lunes, 9 de octubre de 2023

Manuel Guerra Hidalgo, Médico forense de Benavente (Zamora)

 

En esta entrada quiero reivindicar la figura de un ciudadano “corriente” de la localidad zamorana de Benavente.

Manuel Guerra Hidalgo fue médico, que ejerció como forense en la villa de Benavente a principios del siglo XX.

Estudió medicina en Valladolid, formando parte de la primera promoción de la facultad de medicina de Valladolid del siglo XX.

Se estableció en Benavente en los años 20 después de haber ejercido la profesión en Madrid.

Persona ilustrada y con inquietudes culturales, formó parte de la sociedad de Benavente impulsando la cultura desde varios frentes. Entre otros, puso en marcha el Gran Teatro de Benavente, actual Teatro Reina Sofía, en 1928.

El traerlo a este foro de igualdad entre hombres y mujeres tiene su sentido, pues desde su modesta posición y, empezando por el ámbito de su familia, fomentó la educación de las mujeres impulsando a sus hijas hacia una educación universitaria.

Con su mujer, Esperanza Sánchez-Moreno, tuvo 3 hijas y 2 hijos. Las tres mujeres estudiaron en Madrid en la residencia de estudiantes, pudiendo dos de ellas cursar estudios universitarios. La tercera no tuvo la suerte de acceder a la universidad por el comienzo de la guerra civil.

Entre el 30 de enero y el 1 de julio de 2023, el Espacio Cultural Ortega-Marañón acogió la exposición ‘Motor de igualdad. La Residencia de Señoritas (1915-1936)’, una apuesta para dar a conocer la primera Residencia para estudiantes femeninas a principios del siglo XX. En ella se podía realizar un recorrido histórico por la institución que, en manos de María de Maeztu, cimentó las bases para la emancipación femenina en España. Unos familiares míos que visitaron la exposición me hicieron llegar las cartas que intercambiaron María de Maeztu con Manuel Guerra Hidalgo, con motivo de las oposiciones a una cátedra de la hija mayor de éste: Esperanza Guerra Sánchez-Moreno.

No voy a hablar en este post de María de Maeztu, impulsora del feminismo en España, puesto que no haría más que abundar en lo mucho escrito sobre ella, aunque sí hacer mención a la creación de la Residencia de Señoritas de Madrid, en 1915, al amparo de la institución libre de enseñanza, gracias al impulso fundamental de la pedagoga María de Maeztu. Esta institución permitió el desarrollo de la enseñanza universitaria femenina en España.


Pero sí quiero destacar la figura de Manuel Guerra analizando la carta expuesta, en concreto el los siguientes párrafos:

‘…

Dice usted que se alegraría mucho del triunfo de mi hija en sus próximas oposiciones y, en la evidente sinceridad con que expresa V. ese anhelo, veo no solamente el agrado de ver premiado el trabajo y el entusiasmo puestos en el logro de un ideal, si no que me es grato imaginarme algo de solidaridad femenina, en el único sentido que el feminismo es aceptable a mi juicio:

“la liberación económica de la mujer por la cultura y el trabajo honrado, demostrando que intelectualmente no existen prerrogativas de sexo”; ¡quiera Dios que mi hija triunfe y, como mujer, haga sentir al feminismo español el orgullo de haber escalado las gradas de la Universidad como Catedrático, cosa no lograda hasta hoy!.

… porque hay personas que no se recatan de expresarla su asombro ante la audacia, la vanidad o cosas parecidas que supone enrolarse en una empresa de esta magnitud, siendo mujer y de pocos años, es decir, debiendo ser juzgada por un Tribunal masculino que a sus posibles prejuicios contra la mujer podría sumar los de falta de experiencia y preparación docentes que solo pueden dar los años; y a estos poco estimulantes juicios se unen los temores que la inspira su carencia de apoyo material para luchar con 9 contrincantes también del sexo contrario, pues es innegable que la rutina puesta al servicio de la debilidad humana hace jugar papel muy importante a las influencias, de las que también yo carezco enterrado por mi profesión en este ambiente poco relacionado de los pueblos.

Merece la pena una lectura reposada de toda la carta, pero destaco estos dos párrafos. El primero es un alegato feminista que aún en nuestros días extraña, más aún, escritor por un padre. Habla de la liberación económica de la mujer, que se obtiene a través de la cultura y el trabajo honrado. Yo añadiría que la liberación de la mujer viene en parte de su liberación económica, pero sobre todo se obtiene a través de la cultura y el trabajo.

El segundo párrafo destacado desgraciadamente aún está de actualidad en determinados sectores. El techo que tienen que romper las mujeres para acceder a determinados puestos. Tienen que demostrar su valía muy por encima de lo que lo tienen que hacer los hombres, puesto que aún hoy los estereotipos nublan la visión a la hora de elegir a las personas candidatas para acceder a ciertas posiciones.

Finalmente, mi tía abuela no logró esa cátedra. Posiblemente tendrían su influencia las razones expuestas en la carta.

Me ha parecido bonito compartir estas cartas para poner de manifiesto que hay personas de altas miras que vienen luchando por la igualdad de hombres y mujeres desde hace muchos años y que aún nos encontramos con muchas dificultades para conseguir algo que debiera ser natural y obvio…





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